Dennis
Muilenburg se subió a los vuelos de prueba para demostrar confianza en
los equipos técnicos que elaboran la revisión del software.
“¿Qué
tengo que hacer para que me crean?”. El director general, presidente y
CEO de Boeing, Dennis Muilenburg, lanzó la pregunta al board de la
fabricante de aviones en una reunión realizada en la sede de Seattle.Su planteo no era superfluo. Las acciones de Boeing no dejan de caer desde los accidentes de los 737 Max en Indonesia y Etiopía. Y esto arrastra también la de otras empresas vinculadas a la producción de la aeronave que ahora está en el ojo de la tormenta. Las demoras en la solución de los problemas de software que habrían provocado las caídas y la decisión de ralentizar la producción de los 737 Max están haciendo estragos en las cifras de la compañía estadounidense, el mayor fabricante de aviones en el mundo.
Los interlocutores que escucharon ese día al CEO de Boeing quedaron casi mudos cuando su jefe a dio respuesta a su propio interrogante: les anunció que se subiría a los vuelos de prueba de los aviones en reparación (actualización del software MCAS) como una demostración de confianza en sus equipos de trabajo.
Boeing ha estado bajo la lupa desde el 10 de marzo, cuando un 737 MAX de Ethiopian Airlines cayó y murieron 157 personas. Fue el segundo accidente mortal con ese tipo de aviones en cinco meses.
En ese lapso, los dos accidentes sumaron un total de 189 muertos y fueron un golpe letal para la compañía. Las autoridades aéreas de todo el mundo ordenaron sacar de circulación los modelos 737 Max, que representan una flota de 400 aeronaves que quedaron en tierra hasta nuevo aviso.
Esta semana, Boeing reportó una caída de 19% en sus entregas de aviones comerciales en el primer trimestre. El gigante aeroespacial entregó 149 aviones comerciales en total en los primeros tres meses del año, incluyendo 89 aviones 737 Max. Es una baja respecto a las 184 entregas, 132 de ellas del 737 Max, en el mismo período del año anterior. La noticia golpeó las acciones de Boeing, que cayeron 3% en un solo día. Pero también afectaron las acciones de los grupos aeroespaciales involucrados: Meggitt, Melrose y Safran cayeron entre 1 y 2,5%.
En contraste, subían las acciones de la europea Airbus, archirrival de Boeing, en el negocio aeronáutico mundial.
Otra consecuencia de los accidentes fue que las aerolíneas arfectadas ya estudian presentar demandas contra el fabricante por los perjucios sufridos. Un caso es el de Norwegian, la aerolínea más afectada en Europa. Ya anticipó que va a pedir una indemnización a Boeing por tener inmovilizados sus 18 aviones y que exigirá al fabricante estadounidense una compensación económica por las pérdidas y los costos adicionales generados por esta situación, que agrava todavía más su débil situación financiera. “Esperamos que Boeing asuma la factura. No podemos estar penalizados económicamente porque un avión totalmente nuevo no puede volar”, dijo el vocero Lasse Sandaker-Nielsen.
El Boeing 737 Max es un modelo elegido por las low cost ya que consume un 20% menos de combustible que otras aeronaves. La belga Tui, con 15 unidades del 737 Max, cifró en 200 millones de euros las pérdidas ocasionadas hasta mediados de julio por la inmovilización de este modelo. Con tres aviones más que Tui, Norwegian hace sus propias cuentas para reclamarle a Boeing.
Como si no fuera suficiente, se sumaron también problemas con los modelos 787, más conocidos como Dreamliner. La aerolínea australiana Jetstar detectó problemas en un motor en un vuelo en Japón. Y All Nippon Airways pasó por lo mismo en Osaka.

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